La expedición de Malaspina

14/01/2004
El 30 de Junio de 1789 zarparon de Cádiz las Corbetas “Descubierta” y “Atrevida” para realizar un viaje por las posesiones españolas de su tiempo que les llevó hasta el año 1794 en que de nuevo rindieron viaje en Cádiz. Las corbetas iban al frente de los capitanes de fragata de la Armada Real Alejandro Malaspina y José Bustamante, el primero de los cuales ostentaba el mando de la expedición. El Capitán de Fragata Alejandro Malaspina, nacido en Italia de familia noble, sentó plaza de guardiamarina en Cádiz a los veinte años en 1774, entrando al servicio de España. Cuando inicia el viaje, Malaspina tiene una gran experiencia como Oficial de la Real Armada en la que ha participado en la mayor parte de hechos navales relevantes como el combate del Cabo Santa Maria contra los ingleses o el asedio de Gibraltar. Pero de mayor trascendencia para la expedición que aquí se comenta fué el viaje que al mando de la fragata “Astrea” realizó el propio Malaspina en 1784 alrededor del mundo y que es posible le sirviera de antecedente para efectuar la expedición de las corbetas.

La misión de la expedición consistía en primer lugar en recabar información sobre los inmensos territorios entonces pertenecientes a la monarquía española. Hay que tener en cuenta que las posesiones españolas en América, Pacífico y Asia estaban escasamente pobladas y sus lazos con la metrópoli se limitaban a veces a uno o dos contactos anuales mediante las flotas que hacían el comercio con América y Filipinas. Las colonias gozaban de considerable autonomía que no siempre empleaban para el mejor servicio del imperio. El objetivo principal era por tanto llegar a un conocimiento lo más profundo posible de las posesiones, costumbres y leyes promulgadas por los virreyes a fin de mejorar la gobernabilidad de las colonias.

Parte importante del trabajo a realizar por los expedicionarios era el levantamiento cartográfico del mayor número posible de puertos, bahías y pasos navegables que sirvieran en el futuro para mejorar el comercio con las colonias de ultramar. Para ello, Malaspina y sus hombres llevaban todo tipo de instrumentos náuticos de la mayor precisión para la época, en especial los relojes marinos, de reciente desarrollo, que habían constituido un avance importantísimo para la determinación de la longitud. Estos mismos instrumentos náuticos también le sirvieron a Malaspina para desarrollar una apreciable tarea topográfica en el interior de los territorios que visitó, como por ejemplo la determinación de la situación y altura del volcán Chimborazo próximo a Guayaquil.

El tercer objetivo de este viaje era científico, consistente en la recogida y estudio de minerales, animales y plantas, así como la observación de los caracteres étnicos y antropológicos de los naturales de cada colonia. La finalidad científica de la expedición está en línea con el pensamiento ilustrado de la época, Malaspina era él mismo un ilustrado, lo que ya se había puesto de manifiesto en otras expediciones europeas de su tiempo.

Para cumplir estos tres grandes objetivos, durante los cinco años de su viaje, las corbetas Descubierta y Atrevida atravesaron el Atlantico hasta llegar a Montevideo y Buenos Aires, fueron hasta las islas Malvinas, y de allí se dirigieron al Estrecho de Magallanes y pasaron al Pacífico, subieron por la costa de Chile, Perú y Ecuador recalando en la mayoría de radas y bahías y por supuesto en los puertos de Valparaiso, Lima y Guayaquil. La siguiente etapa de su viaje fué el reconocimiento del istmo de Panamá y la costa Oeste de Méjico. De allí enfilaron hacia el Norte por la costa de California y el Oeste de los actuales Estados Unidos y Canadá tratando de encontrar el famoso Paso de Noroeste entre el Pacífico y el Atlántico; llegaron hasta el territorio de Alaska, el actual Anchorage, en cuyo momento al comprobar que el Paso del Noroeste no aparecía y que el tiempo era cada vez más invernal e "infernal", decidieron recorrer el camino inverso hasta Acapulco y prepararse para dar el salto del Pacífico.

A continuación atravesaron el Pacífico por la latitud de Acapulco por la ruta del galeón de Manila aprovechando los vientos flojos del este en una larga y penosa navegación, en la que recalaron en las islas Mulgrave, Marshall y Marianas. En Filipinas dedicaron un tiempo apreciable a recorrer las islas y hacer los reconocimientos hidrográficos y científicos pertinentes.

De vuelta de Filipinas, los expedicionarios hicieron rumbo a Nueva Zelanda, pasando antes por las islas Salomón, Nuevas Hébridas y Nueva Caledonia. De allí arrumbaron a Australia, recalando en Sidney para posteriormente dirigirse al Este y pasando por las islas del Pacífico llegar empujado por los vientos fuertes del Oeste a Lima. La fase final del viaje sería otra vez el Estrecho de Magallanes, Buenos Aires y el salto del Atlántico para recalar en Cádiz.

El viaje de las corbetas Descubierta y Atrevida al mando de Alejandro Malaspina por las posesiones españolas no desmerece en absoluto y está a la altura de otras expediciones de la época, como es el caso de las del inglés James Cook o del francés La Perouse. Sus mediciones astronómicas y geográficas, los hallazgos científicos de ciencias naturales, las observaciones de fenómenos naturales y lo que es importante, la experimentación de métodos prácticos para mejorar la vida a bordo, hubieran supuesto un caudal de conocimientos de gran utilidad para la metrópoli. Las investigaciones de la expedición en campos tales como la extracción minera o la identificación de especies animales y vegetales habrían sido de gran beneficio para la economía de la época, si se hubieran tenido en cuenta. La delimitación precisa de innumerables islas, bahías, puertos, radas o estuarios a ambos lados del Pacífico y su recopilación en un derrotero hubiera proporcionado a la Real Armada y a España un instrumento de excepcional utilidad para la navegación.

Por desgracia, todo este caudal de conocimientos aportado por los expedicionarios no fué de utilidad alguna inmediata para la nación española y la humanidad. Al término del viaje los resultados de los cinco años de la expedición no fueron publicados y divulgados, ni siquiera para uso interno, como hubiera sido de esperar de cualquier gobierno responsable. El motivo para actitud tan incomprensible fué que Alejandro Malaspina cayó en desgracia, fué condenado y desterrado y los papeles de sus trabajos y los de sus colaboradores fueron secuestrados y condenados al archivo. Se ha apuntado que Malaspina tuvo alguna relación inconfesable con la reina Mª Luisa y que por este motivo se ganó la enemistad del favorito Godoy. Sin embargo, la causa que parece ser más verosímil es lo que hoy día consideraríamos como "motivos políticos". Como se ha citado anteriormente, y en línea con la condición de "ilustrado" de Malaspina, la finalidad fundamental del viaje había sido obtener un conocimiento profundo de las leyes, costumbres y condiciones de vida en las colonias españolas con el fin preciso de proponer las necesarias reformas a ordenar por la Corona. Parece claro que la sola lectura de los apuntes de Malaspina y las ideas tan avanzadas que de allí se desprendían debieron ser causa suficiente para desterrar a su autor y guardar con cuidado los numerosos legajos que contenían el relato y detalles de la expedición.

Los relatos e investigaciones de Malaspina salieron a la luz publicados en parte en 1885 - ¡¡ casi cien años después del viaje !!, tras ser descubiertos en el entonces Ministerio de Marina en donde estaban arrumbados. En la década de 1990, a los doscientos años del viaje, algunos notables investigadores se adentraron en los papeles de Malaspina y produjeron una serie de libros de gran interés, los cuales cubren todas las ramas del saber que Malaspina y sus colaboradores estudiaron en su largo viaje. Los libros publicados con motivo de aquella investigación en la pasada década y otros más recientes pueden encontrarse en nuestro catálogo